La matriz SECI plantea un enfoque de cuadrantes de gestión del conocimiento aprovechamiento de conocimiento que da pistas para saber el "tipo de activo intangible" protagonista y por tanto los focos de atención.
Es difícil que se den los cuatro procesos de forma independiente, aunque siempre existe uno de ellos que resulta más representativo.
Por ejemplo, cuando se desarrolla la “combinación” se suele hablar con los expertos relacionados con referencias externas y detonar procesos de socialización o internalización.
Por tanto, visualizar y comprender adecuadamente esta espiral es un primer recurso de gran interés que se debería manejar por cualquier responsable de gestión del conocimiento.
Con todo, se evidencia la gran relevancia de la dimensión estructural en el campo de los activos intangibles. Se pasa de contar con conocimientos a dinamizarlos, evolucionarlos, etc.; en línea con la idea de que las competencias del equipo humano deben ser dinámicas para poder hablar propiamente de competencias.
La dimensión personas “aparece rápido” en nuestra reflexión sobre los intangibles pero si se persiste en esta reflexión desde una óptica organizativa, se llega a lo estructural de manera irremediable.
Finalmente, para entrar en la dimensión de relaciones se precisa la interpretación de las organizaciones como sistemas abiertos lo que implica la existencia de una serie de flujos de información y conocimiento con el exterior.
La calidad de estas relaciones en términos de conocimiento resulta crítica en el desarrollo de las actividades de muchas organizaciones. Por ejemplo, en el contexto de la subcontratación se genera el vínculo con determinados profesionales que desarrollando sus encargos intercambian información y conocimiento con la organización, quedando muchas veces nuestro funcionamiento en manos de tales proveedores debido a que acumulan, atesoran y no comparten su conocimiento. Crear condiciones para minimizar estas situaciones puede resultar una necesidad de alta relevancia estratégica y operativa.
Profundizando en este argumento, la configuración de un esquema claro de relaciones con los denominados “grupos de interés” establecerán un adecuado aprovechamiento de este marco de relaciones en términos de conocimiento. Por tanto, una organización no conectada con dichos grupos de interés penaliza, en gran medida, los flujos de información y conocimiento relevantes para su desarrollo estratégico y técnico.
De esta forma, cuestiones como las alianzas, los canales de relación con los agentes externos, la responsabilidad social corporativa o incluso la reputación, prestigio e imagen, actúan como elementos clave relacionados con potenciar los activos intangibles.
En muchos sectores se produce una agenda de red nacional e internacional activa en la que lo más importante no es asistir (o estar) sino aprovecharlas en términos de conocimiento lo que supone contar con una estrategia de cuestiones que se requiere conocer o aprender, medios para conseguirlo, resultados esperados, y mecanismos para su aprovechamiento interno más allá de los que asistieron.
Comprender el ámbito de los activos intangibles solamente desde las personas genera una pérdida de visión estratégica sobre este tipo de activos siendo las variables estructurales y relacionales el claro “multiplicador” de la dimensión personas.
La comprensión sistémica de las tres dimensiones, personas, estructuras y relaciones llegó a consolidarse a finales de los años 80 y principalmente en los 90, con los denominados modelos de capital intelectual. Estos modelos se han ido configurando con diferentes términos y diseños pero todos con esa base de personas, estructuras y relaciones, es decir, capital humano, capital estructural y capital relacional.