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ISO 9001:2015 y la gestión del conocimiento.

Cuando afrontamos la implantación de la ISO 9001, en un compromiso global con una filosofía de calidad total que ha tardado mucho en reconocer explícitamente el papel protagonista de la “gestión del conocimiento”, ámbito sin el cual es imposible dotar de coherencia al binomio “dirección y gestión”.
KM ISO

Sólo es factible la calidad si se configura un mapa de procesos de dirección y gestión que hagan posible tanto la proyección futura como el manejo de la operación recurrente de la organización.

Ante este reto es necesario un gran marco de referencia que aporte estructura y orden a tales procesos convirtiéndose en sí mismo en un metaconocimiento. En esas estamos cuando afrontamos la implantación de la ISO 9001, en un compromiso global con una filosofía de calidad total que ha tardado mucho en reconocer explícitamente el papel protagonista de la “gestión del conocimiento”, ámbito sin el cual es imposible dotar de coherencia al binomio “dirección y gestión”.

Activar el conocimiento sería el resumen más claro y directo de la ISO 9001 y dicha activación requiere de método que permita además evidenciar el esquema de actuación relativa a la citada “gestión del conocimiento”.

La nueva ISO 9001:2015 se convierte en un “driver” de esa coherencia que buscamos para vincular los esfuerzos de dirección y gestión. Así, ya sea por convencimiento o por obligación, las organizaciones deben internalizar el conocimiento como núcleo de los sistemas de calidad total. Por tanto, para facilitar este paso hacia delante la nueva ISO 9001:2015 expone grandes ejes de actuación que a modo de componentes establecen las bases para una adecuada “gestión del conocimiento”.

Estos ejes aparecen en el punto 7.1.6. y generan desde el arranque una diferenciación entre fuentes internas y externas para dicho conocimiento. Internas principalmente en la línea de las experiencias, lecciones aprendidas y propiedad intelectual. Externas como conexión con el contexto de las normas, agentes del sector e instituciones académicas y de investigación. Esta doble óptica siempre con el propósito de:

  • Identificar el conocimiento crítico (mantenerlo y ponerlo en disposición).
  • Estimular el aprendizaje organizativo y la adquisición de conocimiento de cara al futuro.

Todo ello se vertebra alrededor de una serie de palabras clave que aluden a procesos relacionados con compartir, retener, reflexionar, auditar y crear conocimiento.

El menú esta servido. Las organizaciones deberían comprender la nueva ISO 9001:2015 como una oportunidad y no como un estándar más complejo. Ahora la “visión sistémica” que buscamos para la dirección estratégica del conocimiento se pone de manifiesto más que nunca.